miércoles, 24 de octubre de 2018

¿Una novela de zombis? No. Una gran novela de zombis.




No se dejen engañar por las estrambóticas luces hollywoodenses o por la publicidad millonaria que tuvo esa horrenda película. Guerra Mundial Z: un relato oral de la guerra zombie (2006) no es un librejo más basado en lo que hasta hace algunos años estuvo tan de moda: no muertos putrefactos, famélicos de vísceras y  menudencias recién extraídas de cualquier víctima recientemente despanzurrada a mordiscos.

Max Brooks ha logrado equilibrar una balanza muy complicada, y la idea que personalmente tuve siempre sobre la literatura zombi (pedestre, predecible) cambia considerablemente al leer este libro que tiene más pinta de documento o archivo de entrevistas. 

Max Brooks echa mano de un estilo documental, cuasi periodístico. 10 años después de que la última potencia mundial declarara su territorio libre de la peste no muerta, y aún con la raza humana recuperándose de a pocos tras su casi total exterminio, un agente de la ONU recorre el mundo recabando historias, datos e información crítica sobre el inicio, el apogeo y el fin de «“La Crisis”, “Los Años Oscuros”, “La Plaga que Camina”, y también nombres más nuevos y de moda como “Guerra Mundial Z” o “Primera Guerra Z”».


La bonita portada de la edición que tengo a mano. 

El libro se compone solamente de entrevistas y declaraciones de sobrevivientes, quienes a su modo cuentan su propia pesadilla. No existe un narrador (salvo en las introducciones). Cuando este aparece, lo hace solo para hacer preguntas. ¿Qué piensa el médico chino que pudo examinar al llamado “paciente cero”? ¿Cómo se protege un viejo y ciego sensei japonés cuando la plaga toca su puerta? ¿Con qué ojos  vio un artista palestino el éxodo israelí de “sus” territorios? ¿Qué siente un alto funcionario estadounidense al recordar el momento en que anunciaron una vacuna que no sirvió para nada? ¿Cómo vive una estrella de cine los últimos pasos de la humanidad frente al cansino y mortal transitar de los muertos?


Lo mejor de la película: el supuesto gato zombi volador en el afiche. Nunca supe si fue verdadero o no. Y la verdad no me importa.
Para algunos el recorrer este libro podría llegar a ser pesado. Son muchísimas entrevistas, puntos de vista, reflexiones personales: cosas a veces lejanas de los usuales desmembramientos, dentelladas en carne fresca y putrefacción andante que esperan los asiduos admiradores de este género sobre todo a nivel cinematográfico.

Pero justamente esa humanización del fenómeno zombi desde una perspectiva personal de quienes vivieron el apocalipsis, otorga esos puntos adicionales a esta novela (que contiene también mucha sangre, amigo amante del gore). La variedad de opiniones sobre un mismo fenómeno global nos recuerda siempre que no importa la gravedad de la situación, sino la lupa personal de cada personaje, que agranda sus propios miedos y esperanzas.



A este libro le doy cuatro de seis Kunderas. Seguro a él le encanta la literatura zombi. Al menos eso es lo que dice la Biblia.