No se dejen engañar por las
estrambóticas luces hollywoodenses o por la publicidad millonaria que tuvo esa
horrenda película. Guerra Mundial Z: un
relato oral de la guerra zombie (2006) no es un librejo más basado en lo
que hasta hace algunos años estuvo tan de moda: no muertos putrefactos,
famélicos de vísceras y menudencias
recién extraídas de cualquier víctima recientemente despanzurrada a mordiscos.
Max Brooks ha logrado equilibrar una
balanza muy complicada, y la idea que personalmente tuve siempre sobre la
literatura zombi (pedestre, predecible) cambia considerablemente al leer este
libro que tiene más pinta de documento o archivo de entrevistas.
Max Brooks echa mano de un estilo
documental, cuasi periodístico. 10 años después de que la última potencia
mundial declarara su territorio libre de la peste no muerta, y aún con la raza
humana recuperándose de a pocos tras su casi total exterminio, un agente de la
ONU recorre el mundo recabando historias, datos e información crítica sobre el
inicio, el apogeo y el fin de «“La
Crisis”, “Los Años Oscuros”, “La Plaga que Camina”, y también nombres más
nuevos y de moda como “Guerra Mundial Z” o “Primera Guerra Z”».
La bonita portada de la edición que tengo a mano. |
El libro se compone solamente de
entrevistas y declaraciones de sobrevivientes, quienes a su modo cuentan su
propia pesadilla. No existe un narrador (salvo en las introducciones). Cuando
este aparece, lo hace solo para hacer preguntas. ¿Qué piensa el médico chino
que pudo examinar al llamado “paciente cero”? ¿Cómo se protege un viejo y ciego
sensei japonés cuando la plaga toca su puerta? ¿Con qué ojos vio un artista palestino el éxodo israelí de
“sus” territorios? ¿Qué siente un alto funcionario estadounidense al recordar
el momento en que anunciaron una vacuna que no sirvió para nada? ¿Cómo vive una
estrella de cine los últimos pasos de la humanidad frente al cansino y mortal transitar
de los muertos?
Lo mejor de la película: el supuesto gato zombi volador en el afiche. Nunca supe si fue verdadero o no. Y la verdad no me importa. |
Para algunos el recorrer este libro
podría llegar a ser pesado. Son muchísimas entrevistas, puntos de vista,
reflexiones personales: cosas a veces lejanas de los usuales desmembramientos,
dentelladas en carne fresca y putrefacción andante que esperan los asiduos
admiradores de este género sobre todo a nivel cinematográfico.
Pero justamente esa humanización del
fenómeno zombi desde una perspectiva personal de quienes vivieron el
apocalipsis, otorga esos puntos adicionales a esta novela (que contiene también
mucha sangre, amigo amante del gore). La variedad de opiniones sobre un mismo
fenómeno global nos recuerda siempre que no importa la gravedad de la situación,
sino la lupa personal de cada personaje, que agranda sus propios miedos y
esperanzas.
A este libro le doy cuatro de seis Kunderas. Seguro a él le encanta la literatura zombi. Al menos eso es lo que dice la Biblia.